La equinácea es, sin duda, una de las plantas más icónicas de la finca ecológica de Bordablanca. A lo largo del verano las flores de equinácea se convierten en el destino privilegiado del interminable peregrinaje de las abejas que habitan armoniosamente en estos parajes. Para su cosecha esperamos pacientemente hasta el final del otoño: una vez alcanzada su madurez y seca, se desenraiza separando de manera artesanal la raíz, la porción con mayor concentración de principios activos.
Es originaria de Norteamérica y vive en las llanuras y márgenes arenosos de los ríos, especialmente en el Mississippi, aunque se cultiva mucho en Europa debido a sus sobresalientes propiedades.
Existen un total de 23 especies de equinácea, aunque solamente diez son aptas para el consumo humano. Dentro de éstas, las variedades más conocidas y utilizadas son la E. angustifolia, la E. pallida y la E. purpurea, que es la que crece exuberante en nuestra finca. Y es que la equinácea es solamente una planta de gran belleza: todas sus partes, desde sus vistosas flores de color rojizo hasta su raíz, contienen propiedades beneficiosas para nuestro organismo.
La equinácea ha sido empleada desde la antigüedad por sus propiedades beneficiosas como apoyo a la prevención y el tratamiento del resfriado común o, empleada de forma tópica, para aliviar manchas, espinillas o heridas superficiales.
En Josenea cultivamos con mimo cada planta, convirtiendo nuestras infusiones en una experiencia única. Todos los procesos desde la siembra de las semillas, pasando por la creación de los esquejes y de los alveolos, hasta la recolección y el secado de la planta, se cuidan con el más mínimo detalle.
Por este motivo empleamos la raíz de la equinácea, ya que es donde se concentran más principios activos. De esta forma podrás disfrutar de una taza llena de colores intensos, aromas inolvidables, sabores cautivantes con la que, además, estarás cuidando tu organismo.
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